En este contexto futuro, en el que ni la producción ni la distribución están óptimamente garantizadas, todas las miradas se dirigen a los llamados mecanismos de Gestión Activa de la Demanda o "Demand Response", que podría traducirse al castellano como "respuesta a la demanda".
La "electrificación de la economía" significa utilizar la electricidad donde se utilizaban los combustibles fósiles en todas las industrias. Esta tendencia, que es una de las mayores bazas para frenar el cambio climático, implica a su vez uno de los mayores retos para las compañías eléctricas, con redes que no están diseñadas ni dimensionadas para un aumento de más del 100% de la electricidad que tienen que transportar y distribuir. Para agravar el problema, las renovables son intermitentes por definición, y estamos a merced de la meteorología y otros factores en cuanto a la cantidad de energía que podremos producir.
En este contexto futuro, en el que ni la producción ni la distribución están óptimamente garantizadas, todas las miradas están puestas en los llamados mecanismos de "respuesta a la demanda", que son diversos mecanismos para adaptar el consumo a la energía que somos capaces de producir o transportar, y no al revés. Al flexibilizar la demanda, será más fácil responder a las necesidades del mercado.
Durante años se han aplicado políticas regulatorias y comerciales para intentar cambiar los hábitos de consumo de los ciudadanos para adaptarlos a los picos y valles de producción. Esto no solo genera debates sociales en los que las empresas energéticas no salen bien paradas, sino que nunca ha dado un resultado óptimo en términos de balance energético ni ha evitado fallos en la red en momentos puntuales. Afortunadamente, tecnologías como el autoconsumo solar, el almacenamiento, la inteligencia artificial y el IoT pueden ayudar a implementar mecanismos de respuesta a la demanda de forma mucho más transparente para los usuarios y más eficiente para los operadores.
Empezando por lo primero, si queremos controlar el consumo o la producción de una instalación de forma granular, necesitamos saber exactamente cómo se está comportando la instalación. Los sensores IoT conectados, incluyendo pinzas de corriente, analizadores de red o enchufes inteligentes con medición de consumo, nos permiten generar millones de datos con los que generar perfiles de consumo avanzados. Podemos ir mucho más allá de saber si una instalación es una vivienda o un negocio, sino identificar qué tipo de cargas tiene y cómo se utilizan a lo largo del día en cada estación del año.
Una vez que tenemos visibilidad, el segundo aspecto es el control. Poder encender, apagar o cambiar los modos de funcionamiento de aquellos elementos que tienen mayor impacto en los perfiles de generación o demanda es, obviamente, clave para una Respuesta a la Demanda automatizada y casi transparente para los usuarios. Hablamos en este caso, por ejemplo, de inversores de autoconsumo, baterías o cargadores de vehículos eléctricos. Los fabricantes de estos dispositivos ya incorporan protocolos de comunicación que en su mayoría permiten el control remoto de estos dispositivos para facilitar estos escenarios de ajuste instantáneo.
Finalmente, tras los "ojos" que nos dan visibilidad sobre los activos eléctricos, y las "manos" que nos permiten comunicarnos en tiempo real, el último paso es el "cerebro" que nos dice cómo y cuándo combinarlos. Este se particulariza en algoritmos de Inteligencia Artificial, que entrenados con datos históricos, nos permiten generar acciones específicas a partir de la demanda, por instalación en función de variables como el tiempo, la meteorología, el precio de la energía, u otras .
Son algoritmos complejos, ya que sirven para diferentes propósitos y pueden llevarse a cabo con multitud de tecnologías, pero todos ellos acaban influyendo en la generación, el autoconsumo frente al vertido a la red, el consumo diferido o el almacenamiento.
Para combinar estos tres aspectos, visibilidad, control e inteligencia, hay una tendencia hacia el uso de "miniordenadores Edge" en cada instalación. Estos pequeños dispositivos inteligentes, similares a un router de internet residencial, permiten agregar Sensores IoT, comandar los activos eléctricos y alojar y ejecutar los algoritmos de IA que pueden automatizar los mecanismos de Gestión Activa de la Demanda, en miles de puntos de forma individualizada y totalmente distribuida.
Todo ello, garantizando la seguridad y resiliencia necesarias para una infraestructura como la eléctrica, posicionando a las tecnologías Edge como uno de los grandes catalizadores de la "Triple D": descarbonización, descentralización y digitalización.
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